
Son plantas tan miméticas que imitan muy bien su entorno y pasan absolutamente desapercibidas en sus hábitats a no ser que seamos unos atentos observadores de los pequeños detalles del terreno.

(Desierto de Namibia en pleno invierno)
En desiertos con una gran escasez de precipitaciones, un pequeño Lithops puede ser un jugoso bocado para algún sediento depredador por lo que camuflarse bien es una cuestión de vida o muerte. Hay muchas anecdotas que envuelven a esta planta en miniatura. Se cuenta que, los primeros descubridores de este género, estuvieron varias semanas andando sobre ellas, pisándolas sin conocimiento, hasta que, gracias a unas repentinas lluvias, esas llanuras de gravilla tomaron vida y empezaron a florecer.

Lithops en flor
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